viernes, 30 de septiembre de 2016

7.-En busca de las tumbas de los Páramo Aguilar

A través de la partida de defunción del hijo mayor de Salvador y Carmen, Salvador también, sabíamos que estaba enterrado en San Justo como su padre, su madre y su hermana Concepción. 
Así mismo conocíamos que estaban allí Pilar, su otra hermana con su marido Ángel (mis bisabuelos) también por las partidas de defunción; de Loreto, de Miguel (bisabuelo de Ángeles) y del pequeño de todos los Páramo Aguilar: Hilario.
Hijos supervivientes de Salvador y Carmen (Ramona murió con 6 años)

El día 14 de julio, próximo pasado, aprovechando un día mío de "asuntos propios", nos acercamos Ángeles, y yo (desde Segovia), a la Sacramental de San Justo, para indagar de una vez por todas, la ubicación de varias lápidas, que desde la Oficina del Cementerio, a requisitoria nuestra, nos habían enviado vía correo electrónico. 

Estas eran las de:

Ángel Zamorano y Alcaide (Escultor también y discípulo de su suegro Salvador, muerto en 1921)
Pilar Páramo Aguilar (hija mayor de Salvador y Carmen, mujer de Ángel, fallecida en 1929)
Hilario Páramo Aguilar (hijo pequeño muerto en 1944)
Salvador Páramo Aguilar (General de Ingenieros de la Armada, hijo mayor del matrimonio y muerto en 1919)

Al llegar a la Oficina nos atendió muy amablemente el Sr. Juan Pino, que se deshizo en explicaciones y nos enseñó el libro de enterramientos.

También nos enseñó otro libro, éste sobre figuras ilustres enterradas en ese Cementerio. Ya lo conocíamos, pero la sorpresa fue que en la nueva edición, habían incluido al tatarabuelo Salvador como reputado imaginero con una foto suya y de su lápida.
Nos regaló un ejemplar dedicado que le agradecimos sinceramente.



Composición - Libro de figuras Ilustres de la Sacramental.

Volcados de nuevo en los enterramientos nos comentó que, debido a las obras de remodelación, los nichos en estado más defectuoso y las tumbas de patio (en el suelo) habían sido rehechas o reubicadas.

Por este señor nos enteramos que Hilario había sido depositado en un nicho nuevo, en uno de los patios remodelados. En ese espacio habían sido depositados también los restos ya reducidos por el tiempo de: 

Salvador Páramo Aguilar
MªEngracia de la Torre y Tapia (mujer de Salvador nacida en Filipinas y muerta muy joven en 1895 después de arribar en 1890 a la Península con su reciente esposo) 
Así se reencontraban los dos hermanos, mayor y pequeño, después de casi 100 años.

Además de los cuerpos de dos niños de la familia que habían muerto infantes:

Juan José Arnáiz y Páramo (hijo de Loreto y nieto de Salvador y Carmen)
Mª Milagro Zamorano y Páramo (hija de Ángel y Pilar) Esta era hermana de mi abuelo Paco, nació en 1899 y murió con año y pico en 1901).


Inscripción en el libro de tumbas. La nº 85 desapareció, dando lugar al traslado de los restos a la de Hilario (nº 125)

Contentos por saber dónde estaban los pesquisados, nos acercamos a ver el nicho y comprobamos que en la lápida figuraba el tío bisabuelo Hilario y dos señores que no conocíamos de nada. 
Nos quedamos perplejos... ¿Dónde estaban los demás?


Tumba nº 125, donde descansan todos juntos, con dos desconocidos como compañeros de viaje.

Volvimos a la Oficina y nos confirmaron que allí habían sido trasladados Salvador, Engracia y los dos niños, DESPUÉS de haber confeccionado la lápida.
Precisamente gracias a nuestras indagaciones y los correos supieron que había familiares que aún se interesaban y no los depositaron en la fosa común. 
Pero, no nos supieron dar cuenta de quiénes eran Alejandro y Genoveva.

Hallada la tumba, Ángeles y yo convenimos en que, ya que no lo iba a hacer el Cementerio, debíamos añadir nosotros una placa o hacer algo para que los nombres de nuestros familiares fuesen recordados; algo elegante a la par que sencillo y que no destacase demasiado.

Así lo hicimos, pero eso lo dejo para otra entrada...





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