miércoles, 29 de abril de 2015

4.-El día del aniversario (y III)

Otra foto de la tumba, las flores y los familiares.

Después del responso y de los arreglos, nos fuimos de vuelta hacia la entrada, donde ya se había despejado el gentío de dos entierros anteriores.

Cogimos los coches y nos fuimos todos juntos a comer. Elegimos un sitio castizo justo al lado de la ermita de San Antonio de la Florida, la conocida casa Mingo.

Viandas típicas de Casa Mingo
El edificio de Casa Mingo, al lado de la ermita de San Antonio (que me parece precioso y castizo)

Repartiendo la tortilla y poniéndonos ciegos.

Allí estuvimos un largo rato degustando unos exquisitos platos, el tiempo que amenazaba lluvia a cántaros, aguantó como un campeón pasando todos un día estupendo e inolvidable, sintiéndonos muy agusto con nosotros mismos por haber sacado por un momento a nuestro antepasado del olvido.

Todos (excepto el de la cámara) posando para la posteridad. (de izq. a derecha alrededor de la mesa: Tataranieta, biznieta, chozna, chozno, tataranieta, tataranieto político, biznieta, biznieta y biznieta política). 

¡No se merecía menos!


Los organizadores os damos las gracias por vuestra lectura y comentarios.

Ángeles y Juan Carlos, tataranietos (nietos de primos hermanos)


¡OJO!

Si quieres ver el sello que hemos editado para su aniversario 



3.-El día del aniversario (II) (Homenaje ante el sepulcro)

Monolito a la entrada de la Sacramental e inicio de la subida a la Capilla

Después de la misa-funeral y una vez despedidos del capellán, dimos un agradable paseo por entre los diversos patios que forman la Sacramental y que hay que atraversar para llegar a la zona donde está la tumba de nuestro ancestro, Salvador Páramo y López.

Plano de situación del Patio de Santa Gertrudis


Patio de Santa Gertrudis 1ª Sección (foto webSan Justo)

Cuando llegamos a la tumba, cuyo acceso al estar entre dos filas es muy angosto, nos dimos cuenta que acababan de enterrar a alguien en la tumba de la derecha, con lo cual la nuestra estaba llena de tierra, restos de la que habían sacado de la fosa vecina y además tenía rayajos producidos por las palas de los sepultureros al intentar recoger y volver a rellenar el foso.
No obstante, con unas ramas que encontré por allí pude "barrer" esos restos (al estilo del pueblo) y dejarla más o menos en un estado aceptable.
Lápida de la tumba de Salvador Páramo
 con el centro de flores confeccionado para la ocasión

Después, Ángeles depositó el precioso centro que había confeccionado y rezamos la oración de un folleto que el capellán nos había dado a la salida de misa.



Rezo ante el sepulcro
Reunidos para el responso y puestas las flores


Si quieres saber qué más aconteció ese memorable día 
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lunes, 27 de abril de 2015

2.-El día del aniversario (I) (Misa-Funeral)

Entrada a la Sacramental de San Justo por el paseo de la Ermita del Santo (foto web S.J.)

El sábado 25, nos reunimos en la Sacramental de San Justo algunos antepasados de Salvador Páramo y López para conmemorar el 125º aniversario de su fallecimiento ocurrido el día 25 de abril de 1890.

Antes de la ceremonia, estuvimos hablando con el capellán para ultimar los detalles de la misma. 
Patio de San Miguel con la Capilla al fondo (foto web S.J.)


Altar Mayor de la Capilla de San Justo (foto Bruna)
Una vez reunidos todos en la capilla, el sacerdote dio comienzo a la misa y una vez efectuado el Introito me dirigí al atril de la Epístola para leer un panegírico que nos situase en el entorno que queríamos celebrar. 


Leyendo las lecturas y el Salmo (foto Bruna)


PANEGÍRICO

                                                     (Escrito para el evento por Juan Carlos Zamorano Guzmán tataranieto del Escultor)

I

«La tradición humana de orar por los difuntos, por el bien de sus almas, y la de sus familiares y allegados que en la Tierra han dejado, entronca en nosotros los cristianos presentes por la herencia espiritual de aquellos paleocristianos, romanos convertidos que sentían que la persona y su alma pervivían mientras que su nombre fuera recordado por sus familiares y se orase por su alma y este intercediese ante el Ser Supremo.
Por esto mismo estamos aquí hoy reunidos: para rezar por el alma de aquel bisabuelo, tatarabuelo o re tatarabuelo que hizo posible que hoy estemos todos aquí sus descendientes, familia en primer, segundo o tercer grado pero todos, con una porción del ADN de Salvador Páramo y López.
Seguramente el abuelo Salvador, humilde y poco amigo de celebraciones; muy religioso y entregado a su familia, estaría contento de esta sencilla ceremonia para acordarnos de él y conmemorar el centésimo vigésimo quinto aniversario de su fallecimiento. Nunca es tarde. Allá arriba, seguramente, no existe el tiempo.
II
Me gustaría resumir en unas pocas palabras su vida, desconocida hasta ahora, para la mayoría de nosotros.
Fue  Salvador, hijo de la madrileña Dª Nieves López del Pozo y de Don Hilario Páramo y Torres, oriundo de la ciudad de Burgos y funcionario nacional de Loterías, un puesto excelente en aquellas fechas, que le permitía tratar con lo más granado de la Corte.
Tuvo Salvador tres hermanos más, destacando Regino que fue pintor de Historia y que posee una extensa obra.
Salvador pronto destacó como artista y con 19 años ingresó en La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Después de recibir junto con Mariano Bellver, los rudimentos de la imaginería, entró a trabajar en el taller de éste. Allí estuvo muchos años hasta que se estableció por su cuenta.
Se casó a los casi treinta años con Dª Carmen Aguilar y Vela, hija del Capitán de guardias de Corps, D. Francisco Javier de Aguilar-Anchía y Mendoza de la distinguida familia hidalga de los Aguilar-Anchía que vivían en el caserón blasonado de la calle de Embajadores 18, fue derribado por la piqueta municipal hace unos años.
Seguramente ambos, Salvador y Carmen se conocieran al coincidir en la Iglesia de San Cayetano, pues en esa época, Salvador vivía con sus padres en la vecina calle del Oso. Se casarón en 1858.
Aunque la tatarabuela Carmen dio a luz trece hijos, solo le sobrevivieron siete: tres hijos y cuatro hijas. De sólo tres de ellos, de Pilar, de Loreto y de Miguel descendemos todos, pues fueron los únicos que tuvieron familia. De los hijos vivos del matrimonio;
  1. El mayor, Salvador fue ingeniero de la Armada y llegó a General de División, se casó dos veces pero no tuvo hijos.
  2. Pilar la hija mayor, se casó con Ángel Zamorano discípulo de Salvador y a la muerte de éste heredó su taller; tuvieron siete hijos.
  3. Concepción se quedó soltera y está enterrada con sus padres en la tumba que después veremos.
  4. Loreto, que hacía las pestañas de las esculturas y era la más mañosa, se casó con Luis Arnaiz y tuvo dos hijas.
  5. Miguel se casó con Juliana y tuvieron ocho hijos, aunque sólo tuvo descendencia Juan, primo hermano de mi abuelo Paco que en Guerra le libró de la cárcel y seguramente del “paseíllo” con su aval.
  6. Ramona murió con seis años.
  7. E Hilario el pequeño, se casó también dos veces como su hermano mayor. Tuvo tres hijos que murieron pequeños y tampoco tuvo más descendencia.
De Salvador y Carmen, en fin, descendemos –contabilizados a día de hoy- seis hijos, diecinueve nietos, casi treinta bisnietos, alrededor de sesenta tataranietos y un número de choznos o retataranietos que no hemos conseguido determinar, porque la familia está dispersa, los datos perdidos y no hemos alcanzado a contabilizar toda esta quinta generación.
 III
El día de la muerte de Salvador, un 25 de abril de 1890, viernes para más señas, Carmen su mujer, contaba a su hijo Miguel ausente en Filipinas, los últimos momentos de su padre:
«Hijo mío has perdido un padre que era un santo y según su vida ha sido la muerte, recibiendo todos los sacramentos; y me queda el consuelo de que no le ha faltado de nada, ni de cuerpo ni de alma. Todos estuvimos de rodillas alrededor de su cama hasta que expiró.
Ha estado 5 días malo con calenturas catarrales reumáticas y tuvimos la desgracia que se le fijó el reuma al corazón.
Nada me ha quedado por hacer, pues en el momento que Don Félix me dijo que estaba grave, dije que quería ir a junta con el mejor médico que hubiera, pues yo quería poner todos los medios posibles para salvar la vida de tu padre, que ha sido un ángel para mí, lo mismo que para todos sus hijos.
Pero por desgracia la junta dijo que no se podía hacer nada más que lo que había hecho el médico de cabecera y que desgraciadamente no tenía remedio»
Yo creo que estas pequeñas líneas entresacadas de esa correspondencia, nos hace ver cómo era Salvador.
Ese mismo día, su primogénito Salvador, estaba de travesía, volviendo desde Filipinas a España, donde desembarcó el 5 de mayo.
No pudo ver a su padre con vida, ni Salvador padre pudo conocer a la reciente mujer de su hijo.
Dejó un gran vacío y Carmen su viuda le sobrevivió casi veinte años.
IV
Sirva en fin, este funeral, este homenaje y nuestros rezos, por el alma del insigne imaginero Salvador Páramo y López; para honrar la memoria de nuestro ancestro, un magnífico escultor y además, un hombre bueno, humilde y trabajador, pero que como suele ocurrir en todas las épocas en la España de nuestros quereres y nuestros pesares, nunca recibió las honras que merecía.
Sus descendientes más volcados, nos hemos conjurado para poner en valor su vida y su obra, para que sirva como ejemplo a las generaciones presentes y venideras.
Salvador, nuestro lejano abuelo, está hoy aquí cerca, presente en nuestros rezos y nuestras almas y él seguro que desde allí arriba rogará y velará por todos nosotros, su familia.
Como dice el refrán, aunque hayan pasado ciento veinticinco años: Nunca es tarde para el bien hacer; haz hoy (lo bueno) que no hiciste ayer".
Muchas gracias por vuestra presencia».


Después, se continuo la misa propiamente dicha en la que estuvo especialmente cariñoso el capellán con la figura de Salvador, conocedor aquél de la figura del imaginero, ya que había "buceado" en la red para informarse de la vida y milagros del homenajeado.


Capellán de la Sacramental durante la Homilía (foto Bruna)

Al acabar la misa nos dirigimos al exterior para proceder a colocar en la tumba un precioso centro que había confeccionado Ángeles Bruna Páramo, mi prima, tataranieta como yo del Escultor.


Pero esto es ya punto de la siguiente entrada...
























miércoles, 22 de abril de 2015

1.-BIENVENIDOS

Bienvenidos a la página creada para conmemorar el 125º aniversario del fallecimiento del imaginero madrileño D.Salvador Páramo y López.



El proximo día 25 de abril de 2015 a las 12 a.m., nos reuniremos los descendientes del insigne escultor D.Salvador Páramo y López en la capilla del Cementerio de San Justo, para conmemorar el 125 aniversario de su muerte, acaecida el 25 de abril de 1890 en su domicilio familiar y estudio de la Plazuela de San Javier nº 6.

Todos los que deseen acudir están invitados, en especial los descendientes de sus tres hijos, Pilar, Loreto y Miguel, que fueron los únicos que tuvieron descendencia: los Zamorano (de Pilar), los Arnaiz (de Loreto) y los Páramo (de Miguel).

Salvador tuvo seis hijos que le sobrevivieron:

Salvador (General de División Ingeniero de la Armada, no tuvo hijos); Pilar (se casó con el discípulo de su padre: Ángel Zamorano); Concepción (se quedó soltera y está enterrada con sus padres); Loreto (que se casó con Luis Arnaiz); Miguel (se casó con Juliana Laina) e Hilario (se casó dos veces y aunque tuvo hijos, se le murieron pequeños).

Seguiremos informando, no obstante, si quieres saber más accede al artículo publicado en Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_P%C3%A1ramo_y_L%C3%B3pez


Juan Carlos Zamorano Guzmán y Ángeles Bruna Páramo
 Tataranietos